sábado, septiembre 23, 2006

La respuesta es no.
Cuando cometemos errores no podemos devolvernos y corregirlos, anulando los efectos y posibles daños. Por mucho que se proclame el que podemos aprender de nuestras caídas ganando así experiencia, la verdad es que muy pocos ponen en practica tal solución; como le escuche decir a un prudente hombre hace poco “los humanos tropezamos con las piedras, como el resto de los animales, pero solo nosotros nos devolvemos, la tomamos y la llevamos a nuestra casa, para que cuando volvamos a salir de ella, tropezar de nuevo”.
El aprendizaje, que dicho sea de paso es lo mas simple y común que hay, esta aletargado en nuestra sociedad.
Lo anterior nos lleva a pensar en que es la sociedad.
Es curioso, pero cierta vez un profesor de historia me hizo tal pregunta, y yo respondí: “La sociedad no es otra cosa que la suma de nuestras mentalidades, es decir, un pensamiento colectivo, al cual nosotros aportamos conceptos y desde la cual nosotros mismos nos regulamos, ya sea moralmente o en otros ámbitos.”
Han pasado un par de años desde eso y ahora ante la misma pregunta respondo: “La sociedad es, en gran medida, un pensamiento colectivo, pero que no tiene como función regular de una manera pasiva, sino más bien de controlar.”
Me quedo con lo que dice Schopenhauer sobre la sociedad:
"Toda sociedad exige, necesariamente, un acomodamiento recíproco, un temperamento; así cuanto más numerosa es, más insípida se hace. No se puede ser verdaderamente uno mismo, sino mientras está uno sólo; por consiguiente, quien no ama la soledad, no ama la libertad, porque no es uno libre sino estando solo."
Alejarse de la sociedad parecería ser la respuesta, pero no lo es. El hombre es un animal social por obligación. Lo que se puede hacer es mantenerse lo suficientemente alejado de la misma para así no contaminarse con su ponzoñosa esencia.
Volviendo al tema inicial: el aprendizaje nos lleva, en cierto modo, a reconocernos como individuos. La experiencia que cada uno va acumulando lo hace relacionarse con el ambiente de manera distinta y única, o sea se logra el individualismo. Tal cosa es perjudicial para la sociedad ya que las mentes despiertas hacen temblar los cimientos que otros con sus doctrinas apócrifas velan por mantener en pie.
La pregunta es: ¿a que le tenemos tanto miedo? ¿Acaso los humanos sin control nos volcaremos a la calle olvidando la moral, convirtiéndonos en animales a los que les han sacado el bozal?
La respuesta no la conozco, pero me inclino a pensar que si. No olvidemos que solo somos animales con ropa, y que nadie me venga a decir que somos mejores porque tenemos uso de razón, porque le respondo que es eso lo que ha fallado EL USO de la razón. ¿De que sirve tener un don si no se utiliza?
A los animales, como yo, que se consideren pensantes los invito a la reflexión.

lunes, septiembre 18, 2006

A traves de la madriguera del conejo...el camino no es siempre fácil

Meditaba el silencioso hombre sobre la fugacidad de la vida, y en su interior las palabras se entrelazaban formando majestuosas construcciones del intelecto. Su mente se entretenía en descubrir la manera de prolongar su existencia, para poder de esa manera realizar todo lo que en sus pensamientos se entretejía. Llegó, sin embargo, al punto en que mueren muchas teorías, es decir, a la justificación de lo que se esta haciendo, y pensó el hombre: para que prolongar una vida, porque en vez de eso no intentar concebir la razón de su término…

Era aquel ya muy viejo. Hasta ese punto le había interesado como mantenerse con vida, nunca había reparado en dilucidar porque tenía que morir. Vino entonces a la mente del anciano la idea de suicidarse. ¿Por qué tan repentino cambio? ¿Qué macabra idea desplazaba las antiguas preocupaciones del viejo? ¿Acaso la desesperación de no dar con la respuesta sobrepaso su control? Nada de eso. Solo buscaba terminar de vislumbrar ciertas cosas. Y lo que descubrió no le sorprendió, ya que en cierta forma siempre fue parte de su vida.

Finalmente comprendió porque a lo largo de sus años lo había obsesionado el ideal de inmortalidad terrena: El miedo a la visita de la muerte. Era el miedo el sentimiento que le impedía realizar sus anhelos, no la falta de tiempo en este mundo. Terror a su Dios lo que no lo dejaba dormir por la noche, y no el hecho de no obtener respuestas como siempre pensó. Pavor al castigo lo que lo motivaba a cumplir sus labores, no la disciplina que el creía que poseía.

Suicidio. La sola palabra despertaba innumerables imágenes de dolor en la mente del viejo. Pero ya no más. Aquel que buscaba sin descanso la eternidad mundana ahora no vacilaba ante el jinete negro que lo llevaría hasta el juicio de su alma.
Sin embargo ¿era la muerte la respuesta a sus dudas? ¿Dejar este mundo lo libraría finalmente de su miedo?...

El veneno comenzó a surtir su efecto instantáneamente. Antes de que el frasco tocara el suelo su cansado y ya débil corazón dejo de latir sin que la mente del anciano dilucidara respuesta alguna.
Quizás, y como castigo de sus muchos pecados, los enigmas de su vida sigan atormentándole, probablemente su miedo no lo haya abandonado y sus preocupaciones se vean acompañadas ahora de arrepentimiento y dolor.

martes, septiembre 05, 2006

Cuando alguien te pregunta si crees en el destino ¿Qué respondes?
Podrías decir que no, que eso de que los caminos están demarcados con antelación es una tontería, también podrías decir que no crees que exista un plan predeterminado, porque para que haya un plan tendría que haber un ser superior que lo haya concebido, y eso nos dejaría sin capacidad de elegir.
Ese es el problema: elección. Pero el asunto central no es la elección en si misma, sino el hecho de perder ese poder de elegir. Porque si asumimos que el destino existe automáticamente quedamos imposibilitados para poder tomar decisiones propias, ya que “esta todo escrito”.
A algunos se les hace fácil creer en estas cosas, me refiero a aquellas personas incapaces de tomar determinaciones. Quienes creen que cada decisión que toman los llevara a fracasar. Obviamente para alguien así es más fácil decir que el destino existe, de esa forma dejan de ser ellos los que deciden y se entregan a ese plan divino preconcebido. De esta forma si algo sale mal no les importa porque dejo de ser su culpa.
En cierto modo es un muy efectivo mecanismo de defensa: Cuando algo te sale mal solo dices que tenía que ser así y no te sientes mal por haber fracasado, o por simplemente no haber o haber hecho algo.
Por otro lado, pensar que el destino no existe también es difícil. En lo personal creo que las coincidencias no existen. ¿Pero creer eso necesariamente significa creer en el destino?.
No tengo la respuesta, sin embargo me inclino a pensar que son cosas distintas.
Todos nosotros tomamos decisiones a diario, hay una en particular que es extremadamente simple en apariencia pero que en realidad puede tener múltiples y muy diversos efectos: Tomar la micro para ir a la U. Cada jornada nos vemos enfrentados a este dilema. ¿Me subo o la dejo pasar? La mayoría de nosotros no lo piensa mucho y solo subimos, porque de lo contrario llegaríamos atrasados. Pero cuando estamos con tiempo, o simplemente se te pasa o no te para, ahí es cuando empieza el caos dentro de nuestras mentes: ¿que hubiera pasado si la hubiera tomado? ¿Me habré salvado de un accidente? ¿Evitare encontrarme con alguien desagradable? En fin múltiples preguntas, desafortunadamente, sin respuesta.
El asunto da para analizarlo. Basta con pensar que al momento de no tomar un bus estas modificando todo lo que va suceder durante tu día; me refiero a que no subir te va a hacer estar 5 minutos más tarde en todos y cada uno de los lugares a los que vas.

Un ejemplo cotidiano: Imaginemos que el señor AR. se atrasa en salir de su casa porque ELIGIO ir a la cocina y tomar una manzana como colación. Como consecuencia se la pasa la micro y llega atrasado a clases. Cuando entra a la sala es demasiado tarde, por lo que no puede sentarse donde siempre lo hace y se ve obligado a ocupar otro asiento. Durante la clase la persona que esta a su lado y que nunca ha intercambiado palabra con él, le habla, le dice que necesita ayuda con una prueba próxima y que había escuchado que él manejaba esos contenidos, amablemente el acepta ayudar.
Al terminar la clase se para y decide ir a almorzar, cuando llega el momento de comer su manzana se atraganta, lo que le hace ir al baño a tomar agua. A raíz de esto se separa del grupo con el que compartía su almuerzo, dejando sus cosas en la mesa. Sus compañeros en un acto de deslealtad absoluta deciden aprovecharse de su desgracia para jugarle una broma, algo típico, común: le dan vuelta la mochila, al hacerlo no notan que uno de los bolsillos estaba abierto y se cae la plata que iba a ocupar para devolverse a su casa.
Mientras tanto AR. esta en el baño tosiendo por el trozo de manzana, cuando va de camino de vuelta a la mesa encuentra a quien le pidió ayuda en la sala, deciden quedarse un momento después del termino de la ultima clase para estudiar juntos.
Sigue trascurriendo el día y los amigos de AR se van y el se queda con quien le pidió el favor. Terminan de estudiar y AR pasa al baño. Es tarde y no queda nadie en la universidad. En el paradero nota que no tiene dinero, así que se devuelve para ver si por CASUALIDAD encuentra alguien a quien pedirle prestado. Después de una búsqueda infructuosa AR vuelve al paradero y es asaltado. Recibe múltiples golpes y debe hacer reposo por un par de semanas.
Quien cree en el destino pensara que AR no podía haber hecho nada para evitar ser asaltado.
Quien no cree en el destino solo dirá que tuvo mala suerte y que debería tener mas cuidado.
Lo que nadie puede negar es el hecho de que la culpa la tiene la manzana.
Ya sea por obra del destino o no, todo empezó con una ELECCION.