A traves de la madriguera del conejo...el camino no es siempre fácil
Meditaba el silencioso hombre sobre la fugacidad de la vida, y en su interior las palabras se entrelazaban formando majestuosas construcciones del intelecto. Su mente se entretenía en descubrir la manera de prolongar su existencia, para poder de esa manera realizar todo lo que en sus pensamientos se entretejía. Llegó, sin embargo, al punto en que mueren muchas teorías, es decir, a la justificación de lo que se esta haciendo, y pensó el hombre: para que prolongar una vida, porque en vez de eso no intentar concebir la razón de su término…
Era aquel ya muy viejo. Hasta ese punto le había interesado como mantenerse con vida, nunca había reparado en dilucidar porque tenía que morir. Vino entonces a la mente del anciano la idea de suicidarse. ¿Por qué tan repentino cambio? ¿Qué macabra idea desplazaba las antiguas preocupaciones del viejo? ¿Acaso la desesperación de no dar con la respuesta sobrepaso su control? Nada de eso. Solo buscaba terminar de vislumbrar ciertas cosas. Y lo que descubrió no le sorprendió, ya que en cierta forma siempre fue parte de su vida.
Finalmente comprendió porque a lo largo de sus años lo había obsesionado el ideal de inmortalidad terrena: El miedo a la visita de la muerte. Era el miedo el sentimiento que le impedía realizar sus anhelos, no la falta de tiempo en este mundo. Terror a su Dios lo que no lo dejaba dormir por la noche, y no el hecho de no obtener respuestas como siempre pensó. Pavor al castigo lo que lo motivaba a cumplir sus labores, no la disciplina que el creía que poseía.
Suicidio. La sola palabra despertaba innumerables imágenes de dolor en la mente del viejo. Pero ya no más. Aquel que buscaba sin descanso la eternidad mundana ahora no vacilaba ante el jinete negro que lo llevaría hasta el juicio de su alma.
Sin embargo ¿era la muerte la respuesta a sus dudas? ¿Dejar este mundo lo libraría finalmente de su miedo?...
El veneno comenzó a surtir su efecto instantáneamente. Antes de que el frasco tocara el suelo su cansado y ya débil corazón dejo de latir sin que la mente del anciano dilucidara respuesta alguna.
Quizás, y como castigo de sus muchos pecados, los enigmas de su vida sigan atormentándole, probablemente su miedo no lo haya abandonado y sus preocupaciones se vean acompañadas ahora de arrepentimiento y dolor.
Era aquel ya muy viejo. Hasta ese punto le había interesado como mantenerse con vida, nunca había reparado en dilucidar porque tenía que morir. Vino entonces a la mente del anciano la idea de suicidarse. ¿Por qué tan repentino cambio? ¿Qué macabra idea desplazaba las antiguas preocupaciones del viejo? ¿Acaso la desesperación de no dar con la respuesta sobrepaso su control? Nada de eso. Solo buscaba terminar de vislumbrar ciertas cosas. Y lo que descubrió no le sorprendió, ya que en cierta forma siempre fue parte de su vida.
Finalmente comprendió porque a lo largo de sus años lo había obsesionado el ideal de inmortalidad terrena: El miedo a la visita de la muerte. Era el miedo el sentimiento que le impedía realizar sus anhelos, no la falta de tiempo en este mundo. Terror a su Dios lo que no lo dejaba dormir por la noche, y no el hecho de no obtener respuestas como siempre pensó. Pavor al castigo lo que lo motivaba a cumplir sus labores, no la disciplina que el creía que poseía.
Suicidio. La sola palabra despertaba innumerables imágenes de dolor en la mente del viejo. Pero ya no más. Aquel que buscaba sin descanso la eternidad mundana ahora no vacilaba ante el jinete negro que lo llevaría hasta el juicio de su alma.
Sin embargo ¿era la muerte la respuesta a sus dudas? ¿Dejar este mundo lo libraría finalmente de su miedo?...
El veneno comenzó a surtir su efecto instantáneamente. Antes de que el frasco tocara el suelo su cansado y ya débil corazón dejo de latir sin que la mente del anciano dilucidara respuesta alguna.
Quizás, y como castigo de sus muchos pecados, los enigmas de su vida sigan atormentándole, probablemente su miedo no lo haya abandonado y sus preocupaciones se vean acompañadas ahora de arrepentimiento y dolor.
2 Comments:
http://www.lainsignia.org/2002/abril/cul_002.htm
leía esa pagina ahora, y pensé que te interesaría y me metí al blog.
extraño pero el texto tiene relación con lo que leí en la nueva entrada.
extraño.
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